Ayer la selección de
Brasil venció 3-0 a su par español en el mítico estadio Maracaná por la final
de la Copa Confederaciones en un encuentro que seguro pasará a la videoteca de todos los rivales
futuros de la selección ibérica.
No sólo el gran resultado es lo que llama la
atención y querrán imitar los demás equipos. Sino que lograron desarticular una de las mejores, si no la mejor, media cancha
del mundo. Xavi nunca tuvo el dominio del balón ni los tiempos, la presión
era constante sobre el 8 de España y lo sintió bastante. Tampoco Iniesta tuvo
espacio ni tiempo para desbordar y generar huecos como acostumbra. Entre la constante y frenética presión de
la canarinha y las faltas
sistemáticas para cortarle el ritmo a los españoles el partido nunca estuvo
donde lo quería y está acostumbrado a tenerlo Vicente Del Bosque.
Quizás los de Scolari no tuvieron el mejor
parado táctico al que ha tenido que enfrentar la Roja pero el sacrificio e
intensidad que impusieron los brasileños hacia que la falta de orden fuera más
un arma que un problema para su causa. Por su parte, España no supo nunca
como quitarle ritmo o ese ímpetu que los brasileños mantuvieron prácticamente durante
todo el encuentro.
El partido no pudo empezar mejor para las
aspiraciones de la verdeamarela
apenas habían pasado 95 segundos cuando un buen centro desde la derecha de Hulk
encontraba una serie de rebotes en el área chica y desde el suelo Fred la
mandaba a guardar ante la indecisión de Íker Casillas.
Primer gol que recibía
España en una final,
las anteriores las saldó por 1-0 (Euro 08 contra Alemania), 1-0 (Mundial 10
contra Holanda) y 4-0 (Euro 12 contra Italia). Por lo que mentalmente era un
escenario en el que nunca se había encontrado y era demasiado temprano en el
encuentro.
Brasil aprovechó el desconcierto español para
todavía sacarlos más del partido. Con la ya mencionada presión en toda la
cancha y faltas constantes España nunca tuvo reacción y cuando agonizaba la primera mitad, luego de que David Luiz evitara el
empate de Pedro en la línea, Neymar ampliaba la ventaja.
El segundo tiempo arrancó casi igual al
primero, con gol de Brasil apenas empezando, éste a los 112 segundos de
reanudar el partido y parecía que todo estaba sentenciado. Por si fuera poco, Sergio Ramos falló un penal al minuto 55
dejando ir la mejor oportunidad para acortar distancias.
Con ese fallo España pareció perder las pocas
esperanzas restantes y los minutos finales fueron sólo un trámite donde todos querían que se acabara el
encuentro por razones distintas. Los locales para festejar y los europeos
para volverse a casa y evitar una mayor humillación.
Marcador abultado es cierto, pero lo más
impresionante y notable fue el dominio
que mostró Brasil sobre un equipo que no sólo había mostrado pocas fallas y
perdido muy pocos encuentros, sino que además esas veces que había fallado
parecía más por accidente o casualidad que una verdadera superioridad del
rival.
En semifinales ya Italia había avisado y quizás mereció más fortuna durante los 90
minutos pero le faltó contundencia en ataque. Brasil, con una fórmula similar,
logró poner fin a casi 30 partidos consecutivos de la Roja sin ser derrotados. Mucho tendrán tanto rivales como el propio
Vicente del Bosque que analizar de lo ocurrido en Brasil durante la Copa
Confederaciones, ya que si quieran revalidar el título de campeones mundiales
tendrán que aprender a contra restar el juego físico y de presión alta además
de músculo en medio campo contra lo que se han visto vulnerables.
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