Este fin de
semana se vivieron las finales del Grand Slam más preciado del circuito, en la
gran catedral del tenis, Wimbledon.
El día
sábado se jugó la final femenina donde Serena Williams quería volver a dejar
muy en lo alto un apellido que ha dominado los últimos 15 años de este torneo;
por su parte Agnieszka Radwanska buscaba confirmar su fabuloso torneo y alcanzar el
número uno en la WTA y arrebatárselo a
María Sharapova.
Las cosas
no le pudieron salir mejor a Serena, quien controló el partido de inicio a fin
con su fuerza habitual y afianzándose en la potencia de su servicio. Fue un
primer Set típico de la americana, donde dominó las estadísticas en tiros
ganadores (16) y errores no forzados (11), Radwanska sólo tuvo 5 y 4
respectivamente.
6-1 se
llevó Serena el primer parcial con dos quiebres de servicio en seis
oportunidades, la polaca iba a realizar ajustes para el segundo Set y las cosas
cambiaron muy a su favor, subió su porcentaje en primer servicio y de puntos
ganados con éste, Serena en cambio bajó en casi todos los aspectos. 7-5 fue el
resultado y nos iríamos a un tercer y definitivo Set donde Serena sacó lo mejor
de sí, con veinte tiros ganadores y sólo 7 errores no forzados fue un ciclón
que se llevó por delante a Agnieszka Radwanska por 6-2.
Merecido
triunfo de la menor de las hermanas Williams quienes también se llevaron el
torneo de dobles para volver a conquistar un “doblete” que no lograba, una o la
otra hermana, desde hacía tres años pero que ha sido muy común para las americanas.
Con el resultado Azarenka es quien arrebata el primer puesto a Sharapova, quien
cae hasta el tercer puesto, y Radwanska queda en la segunda posición; Serena
mejoró dos posiciones para ahora ser la número 4 del WTA.
Nota: Imagen obtenida de Mileno.com
En el lado
masculino teníamos un gran duelo entre Roger Federer y Andy Murray. El primero
buscaba su 7mo Wimbledon para igualar al mítico Pete Sampras, además de
conseguir el decimoséptimo, sí 17, Grand Slam en su carrera y seguir haciendo
más grande su figura histórica además como guinda al pastel regresaría al
número uno mundial. Murray, por su parte, buscaba llevar a un británico a la
gloria en la catedral del tenis, y es que desde 1936 no lo ha logrado ninguno.
Estaba todo servido y la expectación era
enorme, el público se desbocaba con Murray y éste no decepcionaba, dando un
primer Set realmente fantástico, aunque tuvo la fortuna de una serie de errores
poco habituales en Federer, quien cometió 16 errores no forzados, números
espantosos para el suizo.
El segundo Set
fue prácticamente inigualable, los dos jugadores dando lo mejor de su tenis y
cometiendo poquísimos errores, sólo 12 entre ambos. Andy Murray quizás sufrió
un poco de nervios o bien la casta de Roger salió a relucir en los momentos
claves haciendo que el escosés fallara las 4 oportunidades de quiebre que
disfrutó.
Un Set por
lado, 6-4 Murray y 7-5 Federer; más paridad era casi imposible y la tercera
manga no iba a decepcionar. Cada punto era disputado en largos rallies que
terminaban con alguna genialidad. Por desgracia Murray bajó mucho el nivel de
su servicio lo cual le permitió a Federer quebrarle en una de las seis
oportunidades que dispuso para llevarse el Set por 6-3.
El cuarto
Set nos dio más de lo mismo pero con un Roger pletórico que salió a matar, con
17 tiros ganadores y tres servicios directos sólo le dio una oportunidad de
quiebre a Andy la cual no aprovechó. Por su parte el suizo sí pudo con la única
oportunidad que le dio el británico y así logró hacer historia ganado por 6-4.
Un partido
lleno de calidad y talento, la catedral añoraba un encuentro así, con tanto
tenis y tanta pasión. Lástima para los británicos que tendrán que seguir
esperando para ver a un local alzarse con la victoria, pero dudo que muchos se
hayan quejado de presenciar un momento histórico del mejor tenista de todos los
tiempos, Roger Federer.
Nota: Imagen obtenida de observadorglobal.com
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