Desde la llegada de los grandes magnates y
jeques al mundo del fútbol se podía predecir que vendría un enorme cambio en el
deporte. No en su manera de jugarlo o celebrarlo pero más bien en la forma de
hacer “negocio”, en la compra y venta de jugadores y en la distribución de
fortunas.
Quizás el primer caso se podría considerar el Chelsea de Roman Abramovich,
multimillonario ruso que tomó control del club londinense con el propósito de
llevarlo a una gloria que nunca tuvo. Su capricho principal, por supuesto, era
la Champions League la cual se le resistió por casi 10 años. En ese lapso la
cantidad de jugadores que pasaron por el conjunto Blue y las cantidades estratosféricas que se pagaron son casi
incontables pero se habla de una inversión,
post compra de 165 millones, de cerca de los 1,500 millones de Euros.
El caso Abramovich no sólo es sonado por el
éxito que ha sido para el Chelsea sino además porque abrió las puertas a la inversión extranjera en la Premier League.
En 2003, cuando Roman se hacía con el conjunto Londinense, sólo otro club de la
Premier estaba en manos extranjeras, el Fulham. Hoy en día, sin embargo, son 11 los clubes que no están en manos
inglesas.
Después de los éxitos del Chelsea, sobre todo
bajo la mano de José Mourinho y la Champions League 2011-2012 con Roberto Di
Matteo, llegó la hora de nuevos magnates. El primero, el jeque Mansour bin Zayed al Nahyan, quien adquirió
el Manchester City y se propuso hacerlo grande sin importar el costo.
Sus descabelladas inversiones rindieron frutos
pronto, pues tan sólo 5 años después de
hacerse con un equipo históricamente mediocre se alzaron con la Primer League
2011-2012 de forma agónica con un gol de su estrella, Sergio “el Kun”
Agüero, en el tiempo de compensación en la última jornada.
Los éxitos a base de talonario vistos en
Inglaterra motivaron a nuevos magnates probar fortuna en otros lugares. Qatar Investment Authority decidió en
invertir en, según ellos, “la única
capital de Europa sin un equipo de primera línea”, estoy hablando por
supuesto del Paris Saint Germain. Apenas en 2012 fue tomada esta decisión por
el grupo inversionista liderado por Nasser
Ghanem Al-Khelaifi y ya han dado varios golpes importantes en el mercado y
en el fútbol.
Primero la fuerte inversión realizada la
temporada pasada con las compras de Thiago
Silva, Ibrahimovic, Marco Verratti, Javier Pastore, Ezequiel Lavezzi y
compañía que llevaron Les Parisiens a
hacerse con la Ligue1 y llegar a cuartos de final de la Champions League donde
cerca estuvieron de dar la sorpresa frente al FC Barcelona.
Esta temporada continúan las contrataciones
millonarias, recientemente se hicieron con los servicios de uno de los
delanteros más cotizados del planeta, Edison Cavani que pasó del Napoli al PSG
por la módica suma de 63 millones de Euros, además de hacerse con los servicios
del central brasileño de la Roma Marquiños por 31 millones.
Después del “período
de los jeques” los magnates rusos decidieron volver a escena. Adquiriendo
en diciembre 2011 mayoritariamente al recién ascendido a la Ligue1 AS Monaco,
equipo que quizás su logro histórico más importante fue aquella final de
Champions League en 2004. Dmitry
Rybolovlev maneja un estilo similar a sus predecesores, firmar cheques con
muchos ceros hasta formar una plantilla que parece más bien de Playstation. Las
inversiones de este año son astronómicas, sobre todo si consideramos que el
equipo sólo disputará competencias domésticas al apenas estar llegando a la
primera división Francesa. 60, 45 y 25
millones de Euros es lo que han pagado por Radamel Falcao, James Rodríguez y
Joao Moutinho, y esto es sólo el comienzo.
Pero con tantos millones y magnates ahora en
juego ¿Qué pasa con “la clase media” del fútbol? ¿Dónde quedarán esas temporadas
donde el Tenerife le arruinaba una Liga al Real Madrid, el Arsenal era campeón
invicto en la Premier o el Chievo Verona disputaba puestos Champions en la
Serie A? Por lo pronto la crisis en España ya ha tomado víctimas y los equipos
normalmente llamados a dar una sorpresa, Atlético
de Madrid, Sevilla, Valencia, han tenido que vender a sus mejores jugadores
para poder sobrevivir económicamente. En Italia parece imposible que se le
escape el scudetto a la Vecchia Signora.
Si el Bayern de Munich lo había ganado todo el año pasado ya quiero ver quién
los puede detener después de sus grandes inversiones y la contratación de Pep
Guardiola. En cuanto a la Ligue1 ¿Valdrá
la pena ver algún otro partido además del PSG-Monaco? Porque éstos dos
serán los únicos contendientes al título sin duda alguna.
La única esperanza
queda en la Premier League, si bien el poder económico y futbolístico del Manchester United sigue
siendo importante, la distribución económica no está tan dispareja por lo que
de entrada tenemos que el United, el Manchester City, el Chelsea y el Arsenal
son los principales candidatos pero también podría haber alguna sorpresa como
el Wigan y el Swansea la temporada pasada o bien un regreso a la gloria del
Liverpool que no ha tenido sus mejores años.
El deporte solía ser un espacio donde lo
económico no lo definía todo, existía amor por la camiseta, valor a la afición
y sueños de lograr la grandeza con el club de tu infancia, pero hoy en día todo se rige por dinero y en
esta batalla pierden los de siempre, los aficionados. ¿Qué tan emocionante
puede ser la liga española si ya sabemos que sólo se puede ganar por Barcelona
o Real Madrid? Y peor aún, que el tercer lugar quedará a más de 40 puntos de
estos dos. ¿Quién va a seguir los partidos domingo a domingo de la Serie A
cuando la Juventus cumpla más de una vuelta sin perder? O ¿quién aguantará los
partidos de la Bundesligue cuando el Bayern Munich sea campeón en la primera
vuelta?
Cada vez creo que nos acercamos más a esa idea
del presidente del Sevilla hace un par de años. Que se cree una “Euro League”
con todos estos gigantes financieros y que los torneos locales sigan siendo
posibles para la mayoría de los equipos que los disputan. En su momento me
pareció descabellado pero si seguimos a este ritmo nos quedaremos sin los
equipos que le dan sabor a las ligas, esa clase
media que alguna vez se alzaba con un título y siempre mantenía viva la
esperanza, que daba virtud al deporte y humildad a los grandes.
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