lunes, 2 de diciembre de 2013

Otro año, otra decepción

Se dice que uno no escoge al equipo que ama sino que éste lo escoge a uno. Si éste es el caso, entonces siento una gran pena por aquellos “afortunados” que fueron elegidos por el Cruz Azul.

Después del gran golpe de la final del torneo pasado, La Máquina parecía llegar a esta Liguilla con sed de venganza. Con ganas de darles a los aficionados un consuelo por tantos años de quedarse cerca, a minutos, a segundos, y ver como se les escapaba la gloria nuevamente.
Les tocó enfrentarse a los Diablos Rojos de José Saturnino Cardozo. Un conjunto que tuvo demasiados altibajos durante la temporada regular pero que siempre es un equipo de tener cuidado, sobre todo con Pablo Velázquez quién terminó como ganador del torneo de goleo individual, compartido con Mauro Boselli.
El partido de ida fue donde todo se definió. Un temeroso Cruz Azul salió a esperar ver pasar los minutos sin recibir castigo por el conjunto escarlata. Pero en la bombonera todo puede pasar, y los capitalinos se llevaron un serio correctivo tanto en el marcador como en juego.
A pesar del 3-0 en contra, las esperanzas seguían vivas, aficionados seguían apoyando al equipo, creyendo en la gesta, en el milagro. Si el año pasado el América fue capaz de conseguir lo que parecía imposible ¿Por qué los Dioses del fútbol no iban a regresar lo quitado a Cruz Azul?
Era un bonito sentimiento, el cual era alimentado con un arranque muy esperanzador en el Estadio Azul. Quizás sin demasiada claridad al frente, pero esto se lo arregló el Toluca cometiendo un penal de libro sobre Gerardo Torrado.

Christian Giménez lo transformó en gol al minuto 33 y el público se llenó de esperanza una vez más. Sabían que el partido completo dependía de un solo gol, de marcarlo La Máquina se iría al frente con todo en busca de igualar la eliminatoria. De conseguirlo el Toluca todo quedaría sentenciado.
Los minutos siguieron transcurriendo y el Azul fue perdiendo intensidad pero sobre todo, claridad. Los nervios pudieron más que el talento y la profesionalidad y se sentía en el Estadio esa muy familiar atmósfera de derrotismo, ese sentimiento de “aquí vamos de nuevo”.

Pablo Velázquez se encargó de que el sentimiento se convirtiese una realidad al empujar al fondo un centro desde la derecha de Brizuela. 1-1 y asunto terminado.
Han sido muchos años muy difíciles para el Cruz Azul, donde quizás ahora que compiten pero no logran el título se sufra más. Quizás se necesiten cambios, muchos de éstos jugadores ya sólo están esperando el momento donde despierten del “sueño”, donde todo vuelva a la derrota, a la normalidad.
Mientras tanto, el que sigue sufriendo es el de siempre, el aficionado fiel que sigue apoyando y gritando durante 90 minutos esperando que algo sea distinto, que no siempre les toque perder.

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