miércoles, 26 de septiembre de 2012

Humildad

Hace poco hablé acerca de la lealtad o la fidelidad que tienen los jugadores por sus equipos, o la falta de, llamándolos mercenarios en su mayoría. No he cambiado de parecer en ese punto, sigo creyendo que la mayoría sólo piensa en los ceros en su cuenta y poco en “los sentimientos” que le puede dar uno u otro conjunto.
Pero el día de hoy escuché unas declaraciones del jugador del Barcelona Alexis Sánchez, que me parecieron muy interesantes que brindan un espacio para hablar un poco de un tema que quizás no mencioné anteriormente.
Y es que no sólo se trata de ser mercenario o serle fiel a los colores, a un equipo, a una pasión; también hay otros factores importantes a considerar, y que van de la mano, en este punto. La humildad y modestia de los jugadores puede ser un valor humano fundamental para alcanzar grandes cosas, exigirse más y no caer en baches emocionales.
Alexis Sánchez llegó la temporada pasada al F.C. Barcelona por una enorme cantidad de dinero (26 millones de Euros si mal no recuerdo) y llegaba con el cartel de haber ganado el trofeo al mejor jugador del Calcio. Cualquiera pensaría que el joven chileno perdería un poco el norte y sus valores, más después de dar una buena temporada el año pasado a pesar de que las lesiones no le respetaron. Pero este comienzo titubeante de campaña ha sacado lo mejor de su lado humano. En la reciente entrevista declaró “Sé que tengo mucho más que ofrecer…” “… Mi calificación en lo que va de temporada es un 5, no he dado mi mejor fútbol todavía”. Mostrando gran autocrítica pero sobretodo humildad.
¿Y qué valor tiene esa humildad? ¿En qué puede beneficiar a un futbolista? En los tiempos que corren muchos olvidamos que esto es un juego de conjunto, donde juegan 11 contra 11 y no sólo X estrella contra Y crack. El hecho de ser humilde y, principalmente, comprometido con el equipo ayuda muchísimo a crear sinergia en el grupo, a que mejoren las relaciones con los compañeros y se fortalezca el equipo. Podrá parecer utópico  pero el Barcelona de este siglo no dejará mentir. Un equipo formado por cracks, si es cierto, pero esos cracks se conocen desde muy pequeños, antes del ser INIESTA o MESSI eran “Andrecito” y “Lio”, ya habían jugado juntos en categorías inferiores, ya tienen cierto valor de conjunto y cercanía que hace que las cosas parezcan muy fácil en el terreno de juego, que los pases salgan de memoria y las coberturas sin pensarlas.
Otro ejemplo claro es el Chelsea del año pasado, después de haber gastado cantidades estratosféricas en armar un grupo competitivo no ganaron la preciada Champions League hasta que todos se pusieron el overol y decidieron jugar como conjunto y no como individuos o estrellas. Quizás con la peor alineación que han mostrado en los últimos años, la menor cantidad de cracks mundiales pero todos ellos con un objetivo común, comprometidos por lograrlos y apoyándose unos a otros.
Es cierto que las estrellas ganan campeonatos y títulos pero no marcan una época. Asombroso aquel Milán de Capello que se mantuvo invicto durante 58 jornadas, o el Madrid de “blanco y negro” que logró ocho ligas en diez años.  Eso eran conjuntos, verdaderos equipos que le daban todo el valor a la palabra y no individualidades que logran algo por fuerza o mera gravedad.
Insisto, yo soy muy romántico con este deporte, sigo esperando que los jugadores muestren la misma pasión que muestra uno los domingos al verlos, la misma fantasía de formar parte de algo más grande que uno mismo, ser parte de un equipo que hace que uno sea más. Quizás estos futbolistas estén en peligro de extinción, pero cada vez que alguien declara cosas así o muestra estos ideales, vuelve a nacer en mí la esperanza de que este deporte aún tiene algo del romanticismo del que todos nos enamoramos alguna vez.


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