Acabó la
Serie Mundial “Del Caribe” como se esperaba después de los dos primeros
encuentros. Los Gigantes de San Francisco barrieron a los Tigres de Detroit sin
demasiada oposición. Y es que si hay algo que el béisbol siempre nos ha demostrado
es que se trata de un deporte de momentum, de ritmo.
Los
Gigantes venían enrachados y crecidos, revirtieron la Serie de Conferencia
cuando estaban abajo 1-3 y todavía tenían que jugar un encuentro de visitante
antes de buscar la magia en el AT&T. Con un Marco Scutaro decisivo, King Fu
Panda y Buster Posey oportunos además de salidas fantásticas de Zito, Vogelsong
y Matt Cain; si añadimos el descubrimiento de Sergio Romo como cerrador
implacable los Gigantes se veían mucho más poderosos que en cualquier momento
de la temporada regular.
Por su
parte los Tigres de Detroit venían de barrer a los todopoderosos Yankees de Nueva
York. Quizás su éxito en la Serie de Conferencia fue su peor enemigo, pues tuvieron
seis días de descanso y su lanzador estrella, Justin Verlander, no lanzó en
ocho. Mucho descanso, mucha falta de ritmo, de exigencia y se notó en todos los
sectores.
En el
primero encuentro Verlander fue vapuleado como nunca en su carrera, el Kung Fu
Panda se encargó de sacarla del parque en dos oportunidades, luego lo haría
nuevamente frente a Alburquerque. Impresionante el ritmo mostrado por Sandoval
y por los Gigantes en general que no solo apabullaron a los Tigres, sino
marcaron cual sería la tendencia de la serie.
Lo visto
durante la temporada regular se invirtió. Los abridores de San Francisco estaban
intratables mientras que las grandes estrellas de Detroit no pudieron controlar
los enrachados bates del Lineup californiano. No conformes con eso, los
relevistas felinos siguieron mostrado sus carencias ya palpadas durante la
temporada regular mientras sus rivales no dieron espacio a la esperanza.
La falta de
ritmo también se vio reflejada detrás del plato. Los principales bateadores de
Detroit (Jackson, Infante, Cabrera, Fielder y Young) acabaron la serie con
terribles números. 246 de promedio de bateo, con 4 impulsadas, las otras dos
impulsadas fueron por parte de Jhonny Peralta. Sólo 6 carreras anotadas y
veinte hits en toda la serie, sin duda un bajón muy complicado de reponerse.
Los únicos
que podrían decir que dieron la cara por el equipo son Miguel Cabrera, 230 de
Promedio con 3 impulsadas; Delmon Young, 357 de Promedio con 1 remolcada; y el
ya mencionado Peralta. Pero Cabrera debe irse con un sabor muy amargo, no sólo
no pudo traducir sus logros en la temporada regular a la Serie Mundial sino en
el encuentro 3 tuvo un turno que para mí decidió la serie. Abajo el equipo por
dos carreras y le tocó batear con bases llenas. Falló y con ello los Tigres
perdieron todas las esperanzas en la remontada.
Por San
Francisco los números son bastante diferentes. 16 anotadas con 32 hits, diez
carreras y doce imparables más que sus rivales. Además, como mencionábamos, un
Pablo Sandoval incontrolable, 500 de promedio con 4 impulsadas, por algo ganó
el MVP. Por su parte Pagan, Scutaro, Posey y Pence batearon de forma combinada
para 271 y 7 impulsadas, más impulsadas que todo el Lineup de los Tigres.
Además hay que agregar que la carrera decisiva que les da la Serie Mundial fue
impulsada en el décimo inning por Marco Scutaro.
La Serie
Mundial terminó con sello latino. El lanzador de padres mexicanos, Sergio Romo,
volvió a mostrar que está a un nivel impresionante, haciendo olvidar al
especial talento de Brian Wilson. Lo trajeron a acabar con la posible fiesta,
ganando el partido 4-3 tocaba lanzarle a nada más y nada menos que el top del
lineup felino. Primero ponchó a Austin Jackson, luego hizo lo propio con
Avisail García y por último quedaba el duelo que el mundo entero quería ver con
la serie en la línea. Romo contra el Triple Corona Miguel Cabrera, todos
estaban de pie, era en ese momento o nunca para los Tigres. Romo mantuvo el
control, con un slider fantástico y una recta aún mejor. Al final liquidó al
venezolano con una recta en la esquina de afuera que lo dejó petrificado.
Festejo y victoria épica de San Francisco en esta Postemporada.
Una
fantástica enseñanza de nunca rendirse por parte de los parte de los Gigantes
de San Francisco que vuelven a estar en lo más alto de la mano de Bochy, un
entrenador que sabe muy bien sacar lo mejor de sus peloteros, sobre todo en los
momentos difíciles.
Por el otro
lado es un golpe muy fuerte para los Tigres que quizás a inicio de temporada no
habían presupuestado llegar a la Serie Mundial barriendo a los Yankees pero el
mal sabor de boca con el que se van no podrán quitárselo en mucho tiempo.
Una lástima
que grandes temporadas como la de Cabrera o la Verlander no terminen con el
broche de oro que parecía obtendrían, pero así es este deporte, llegaron fuera
de ritmo, sin momentum y los Gigantes de Scutaro, Romo, Cain y Sandoval no
fallaron en los momentos clave y aprovecharon sus oportunidades para llevarse
la Serie Mundial de una de las formas más cómodas que he visto. Requiere mucho
talento y esfuerzo hacer algo tan complicado parezca sencillo y es por esto que
estamos hablando de jugadores muy grandes, sencillamente GIGANTES.
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