Terminó la
temporada de la NBA y los Miami Heat se impusieron de forma rotunda a los
Oklahoma City Thunder para sorpresa de muchos.
Como todas
las finales, cualquier cosa podía pasar y más dado el nivel de los jugadores de
Miami, con LeBron James, Dwane Wade y Chris Bosh; por su parte el Thunder
llegaba con el líder anotador Kevin Durant y un gran Russell Westbrook. La
mayoría pensábamos que sería una serie pareja que se la terminaría llevando el
Thunder en 6 o 7 partidos; al final nada más lejos de la verdad, a pesar de ser
partidos muy parejos y emocionantes el dominio del Heat fue casi constante para
llevarse la serie en tan sólo 5 partidos perdiendo únicamente el primer
encuentro.
Mucho
tenían los aficionados del Thunder para ilusionarse, no sólo la calidad de los
jugadores en su plantilla o bien el haber eliminado a los últimos campeones del
Oeste, entre ellos al mejor equipo de la conferencia ganándole 4 encuentros de
forma consecutiva; sino además habían visto como el Heat había sufrido en todas
sus eliminatorias, estuvo abajo contra Indiana y al borde de la eliminación
contra Boston. Pero después de estar 2-3 abajo en la serie con los Celtics el
conjunto de Florida empezó a mostrar un nivel impresionante donde, no sólo se
llevó las finales, sino mostró un nivel casi inalcanzable. Y la clave de este
éxito me parece que está siendo ignorada, el regreso de Chris Bosh.
El
Ala-Pívot de los Heat estuvo lesionado durante el final de la serie con Indiana
y el comienzo contra los Celtics, al principio muchos pensaban que el equipo no
lo sufriría de sobremanera teniendo a jugadores como James o Wade pero la
verdad es que las opciones que da Bosh a la ofensiva y defensiva son muchas más
que las que puede dar Haslem o Battier. En realidad no estuvo enteramente
recuperado hasta el primer o segundo juego de la serie final contra el Thunder
y la diferencia fue bastante notoria.
Muchos le
atribuirán el éxito a la estrella Lebron James o bien a James y Wade, pero me
parece que, a pesar del rendimiento descomunal del “Rey”, el verdadero campeón
o MVP de estas finales fue “el conjunto”. La manera como Chalmers, Battier y
Miller subieron sus porcentajes en cancha y sobretodo en lanzamientos de tres
puntos puso en predicamento constante a la defensiva de Oklahoma que ya no sólo
se tenía que preocupar por los de siempre sino también tenía que cuidar a los
“secundarios”. Si a esto le agregamos el regreso en forma de Chris Bosh, el
equipo de Miami volvió a ser lo que sus fanáticos deseaban, imbatible.
El Heat se
lleva las finales sin ningún tipo de objeción, mostraron un nivel impresionante
y supieron manejar la presión en momentos determinantes, quizás lo más gris de
las finales vino del lado de Oklahoma; insisto no es por quitarle méritos al
Heat, pero que un equipo lo haya hecho muy bien no priva al contrario de hacer
las cosas mal.
Harden
había sido una pieza fundamental durante las fases previas y durante la final
no dio la talla, no se podría hablar de presión o falta de madurez ya que a
pesar de su joven edad es todo un veterano de la NBA. Durant hizo lo que pudo
pero sufrió demasiado a la defensiva, Westbrook también tuvo grandes partidos
pero no pudo manejar al equipo en los momentos claves. La falta de experiencia
del equipo, y el técnico, pudo con el OKC que al final no dio la suficiente
resistencia y se vio abrumado por las circunstancias que lo rodearon.
Ha sido un
torneo con muchísimo nivel, hemos visto jugadas espectaculares, remontadas
históricas y récords establecidos. Espero por el bien de la NBA que sigan
subiendo el nivel y equipos olvidados como los Pacers o los Sixers o bien
equipos “pequeños” como los Grizzlies sigan siendo capaces de sorprender y de
llegar a alturas importantes. Por el otro lado, esperemos que el nivel visto en
las finales no baje y que la próxima temporada continúe brindado grandes
emociones. Muchas felicidades al Miami Heat y a todos sus seguidores, ya se les
había negado el título mucho tiempo.
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